sábado, 26 de febrero de 2011

La guarida

          Desde acá puedo ver los patios de los vecinos pero últimamente  se repiten una y otra vez. Claro, nunca bajo…a ver si no me animo a subir de nuevo y me tengo que quedar escondida, esperando.
 Cuando andaba en la calle, iba rozando las paredes con los dedos, tocando los bordes, los pliegues como si las casas fueran gente, gente hormiga, gente papel, gente ruido. A veces, si había alguna ventana o alguna puerta, dejaba que el cuerpo se me escurriera adentro como agua en una esponja y después la pared me escupía a la calle; era como respirar un aire fuerte adentro afuera adentro afuera ir venir un paso y otro y otro…
Ahora no es muy diferente, estar en los techos es como una playa pero no de arena, de techos y techos. Los techos son impredecibles, hay que tener mucho equilibrio y yo nunca tuve mucho, así que voy con cuidado.
 Desde acá se ven los ruidos que hacen los  gatos, los  pájaros, las tejas. La primera noche tuve frío y me arrinconé contra un tanque de agua. Ahora, me doy cuenta que no era frío sino miedo; casi no pude dormir, aunque no estoy muy segura por qué, acá nunca estás seguro de nada.
Tenía sed, así que tomé algo de agua que había en una teja rota. Cuando se hizo de noche quise volver al tanque pero no lo encontré; eso me pasa, nunca puedo volver al mismo lugar; así que fui a dormir a una losa, me tiré de espaldas mirando las estrellas. Tenía miedo que hubiera ratas, seguro había, pero no vi ninguna.
Igual me costó dormir porque  parecía que iba a explotar de ganas de hacer pis, así que busqué una canaleta y apunté bien para no mojarme las zapatillas, tuve buena puntería; después me dormí como si nada.
 A la mañana fui a caminar, al principio me costaba, me tropezaba, me caía, pero me las arreglé y empecé a caminar cada vez más rápido y hasta me animé a saltar a otros techos.
Todo iba bastante bien, lo único el hambre, que me hacía crujir las tripas. Una era atrapar algún pájaro y comerlo, así nomás crudo y muerto; la otra era bajar. Decidí aguantar lo más que pudiera; es lo que hay, pensé.
En realidad también hay gatos pero a los gatos no me los como. Es más, ahora tengo uno, se llama Gato. Me costó encontrarle un nombre, me parece que los nombres son como ropa colgando de un broche y detrás nada, viento nomás. Gato es un buen nombre.
 A veces tengo recuerdos, son como fotos colgando de un broche; me acuerdo que laburé repartiendo volantes pero lo que más me gustó fue hacer malabares en los semáforos con  los pibes; no me acuerdo el color de la tapa del cuaderno donde escribía mis cosas ni de cuando me escapé; una vez soñé que volaba, a veces no me acuerdo del color de las hojas de los árboles cuando empieza el otoño, pero sé que es muy lindo.
Ahora acá estoy, es como una playa pero no de arena, de techos, patios, pasillos, puertas que se abren y se cierran, llanto de chicos, la radio, el noticiero, alguna cumbia, un viejo ronco, ladridos, un partido de futbol…
Cuando hay una gotita de silencio me la tomo toda como cuando tomaba vino del vaso del abuelo, hacía frío en casa cuando era chica, ahora soy grande, ahora si me agarran no zafo, a quien le importa, no sé, es una cosa y otra y otra como techo y otro y otro, camino…  camino y la calle techo es solamente calle techo calle techo como pedacitos de diario, como hacer zapping con tele a todo lo que da, como gente hormiga, gente papel, gente ruido caminando ahí abajo caminando.


                                                                                                         Tai B

viernes, 25 de febrero de 2011

Interrogatorio

Cuando el sol estalle,
¿añoraremos su luz?

¿Y si la luna es un disco plateado, sólo eso?

¿Y si las respuestas que todos buscamos no existen?

¿Y si Dios se riera de nosotros?

¿Y si el mundo que no vemos es más importante que el nuestro (¿nuestro?)?

¿Cómo seriamos hoy las mujeres si el lobo hubiera digerido a Caperucita?¿Y si Aurora y Blancanieves no hubieran despertado nunca? ¿Y si a Cenicienta se le hubiese roto el otro zapatito? ¿Si Bella hubiera matado a la Bestia?
      
              

                                                                                                                                           

martes, 22 de febrero de 2011

Latinoamérica Unida

Retorcidos hierros de aristas despintadas por el roce diario
papel y tinta negra, otras veces en colores fríos,
instauran el dócil formato informativo matutino,
ideas funcionales de criterios perversos,
mentes permeables absorbidas por intereses tiranos.
Libertad gritan algunos, libertad grita una multitud,
comencemos creando el cambio con el grito diario,
y no en bocas inflamadas de utopías revolucionarias,
que cada mañana cumplen al comprar el fiel pasquín.
Mientras olvidan por qué deben luchar a diario,
creen saber cual es el destino revolucionario,
pierden de vista la verdadera unión americana,
por unos dólares ficticios devaluados de ilusión.
Americanos aquellos nacidos de sus entrañas,
aborigen aquel que está desde el inicio generacional,
y no la nefasta acepción católica del desterrado,
que solo ha acarreado dolor y sufrimiento indígena.
Como un acuerdo determinen su real posición,
la confusión solo sirve al comerciante monopólico,
el pueblo sueña cambio de emancipación intelectual,
y no automatismo social devenido en libertinaje.
Basta de explotación de bienes naturales propios,
y pronta expulsión de mercancía y negocios parásitos,
nutridos de sudor y sangre honesta sin defensa,
tomemos las armas definitivas en el colapso del gigante.
Provocar la mortal herida al dar origen al fin,
seamos custodios de nuestras pertenencias hoy,
que sin lucha y rebelión en derecho propio,
mortal será la herencia que los hijos cuidarán.
Unión y fuerza verdadera en nacimiento eterno,
de almas golpeadas por siglos de iniquidad y esclavitud,
forzarán el curso de la rueda siniestra al cambiar el viento,
donde la paz colmara nuestra tierra de humanidad y amor.
                                                                                       Mariano Solari