martes, 26 de julio de 2011

Tempos

Pasan los inviernos y no dejan nada salvo hojas muertas

el tiempo se expande, se desenrolla y me envuelve

salto las horas como un grillo asustado.

Y sólo me queda la lluvia.

La música fugaz que acaricia el instante.

El libro amigo que duerme en la biblioteca silenciosa.

Y este ansia infinita de algo que no sé.

martes, 19 de julio de 2011

Dulce amargura otoñal

Oigo caer la espectral brisa del frío sereno nocturno, 
que luego en blanco palidecer petrífica la vida del suelo,
deshielos de miniatúrica expresión en contacto solar,
destruye el mural de esperanza cristalina de invernadero.
Huelo el tibio revolotear de pájaros amaneceres líricos,
discusión y conversación en copas húmedas de rocío,
coros alegres de plumas revueltas en cálido sol envolvente,
despiertan al día del sueño lánguido por querer volar.
Veo sombras amarillas en negra muerte de naciente luz,
colmar en rayos la ausencia del noctámbulo no mediodía,
que en falsa faceta refleja su mejor cara de auspicios mejores,
cual satélite colgante supo conciliar el faltante de su don.
Siento el alma renacer si el descanso inoportuna,
al abrir raudos cristales de ocular bienvenida diurna,
con placer la dicha es, como ilusión de vida,
si reconocemos la nueva vía que aleja la dura muerte.
Respiro segundos que acercan el final en angustiante conciencia,
escurrir infatigable de soplos continuos de amarga alegría,
veloz transcurrir de los ciclos celestes en pos de infinita gracia,
logran culminar en cosecha de fructíferas décadas pasadas.
Suspiro el trémulo aliento del dragón herido en la ígnea traquea,
donde el elemento vital se consume extenuado de esperas continuas,
para que al consumir fatal secreto al viento reciba su favor,
aquel que tanto guardaba por no ser momento en adiós.
Caigo rendido en los brazos de la pútrida orgánica corrupción,
esa que envuelve lo bello con sus dulces agónicas sombras,
y convierte cual lúcido e ingenioso alquimista,
la buena sustancia en inservible quimera y manifestación.
Dejo llevar al éter mi alma que no vale como debiera,
se cierra una vuelta del cordel entre sogas trenzadas,
con finos hilos de plata reluciente, oigo, huelo, veo,
siento, respiro, suspiro y caigo en el final de tus recuerdos.